domingo, 28 de abril de 2013

La guerra


Supongo que ahí fuera todo se ve distinto,
que la vida sigue y todo eso,
que sigue amaneciendo,
que las carreteras están llenas de coches,
que los niños siguen jugando,
que la comida todavía humea,
que alguien se está besando en una esquina,
que alguien está tomando una mano,
que alguien está tratando de arranacarte una sonrisa.

Y yo estoy parado frente al espejo.

Supongo que ahí fuera también duele.
Que hay miles de tristezas paseando
entre tanto absurdo.
Que nadie dijo que iba a ser fácil,
que cada minuto de silencio es otra puñalada,
que cuesta acostumbrarse
de nuevo a la vieja vida
esa
en que no estabas.

Pero yo estoy parado, firme frente al espejo.

Supongo que no soy el único
que no puede ni siquiera pretender...
sería ilógico,
sería estúpido
no querer amanecer con tal inmensidad al lado,
no saber ya apenas respirar
para luego
para luego acabar
conteniendo el aire,
guardándolo,
para no sé cuándo,
para no sé para qué,
pero aquí está,
contenido,
esperando,
esperándome.

Pero yo estoy hoy ante el espejo.

Estoy hinchado de preguntas,
podrido de respuestas.
Adivinándome, adivinándote en cada una.

Hoy estoy frente al espejo.
Tú te vas alejando a cada minuto
y lo sé.

Has sido ese cristal en que me he mirado,
ese cristal tan claro.

Y ahora estoy aquí,
solo frente al espejo,
sólo frente al espejo.
Preguntando,
preguntándome,
preguntándote.

Preguntándote nada,
ya sabes que no puedo.

Preguntando,
preguntándole
a ese amargo conocido
qué demonios quiere,
qué diablos pretendo.



sábado, 27 de abril de 2013

Puertas

Cuando todo pase,
cuando la tormenta acabe
y el tiempo vuelva
a ser sencillo.
Yo... ¿habré pasado?

Cuando todo brille,
cuando todo siga,
cuando todo sea
otra vez ser tranquilo.
Yo... ¿qué habré sido?

Cuando la vida retome
su pasar invisible,
cuando todo solo quede
en un recuerdo sordo y amargo.
¿Quedará algo de mi entonces?

¿Qué seré entonces,
en qué pedazo tendré sitio,
desde donde inventarme
que hice lo posible,
que fui alguien por un momento?

¿Qué quedará cuando regrese el silencio?
¿Qué quedará cuando se acabe el camino?
¿Llegará demasiado presto el olvido?

¿O acaso seré yo
quién tenga que arrancarse,
quién vuelva a los viejos refugios,
quién pretenda un no mentiroso,
una ausencia inexistente?

¿Qué rabia entonces,
qué de espejos rotos,
cuántas cosas
podrían romperse,
así, de pronto?

Y esta nada, terrible nada de cada día,
y este no saber,
este mirar donde no toca,
este creer
todavía que todavía,
esta desesperanza cotidiana,
este esperar a un lado.

¿Qué quedará después de todo,
si apenas se puede saber que queda del ahora?

domingo, 21 de abril de 2013

Inmortal


No tengo alas, nunca las tuve,
nunca podré volar, aunque sea
lo que más quiera en este mundo,
lo segundo que más quiera en este mundo.
Nunca podré volar,
nunca podré
hacerte volar.
Pero, a cambio,
te haré inmortal.
Cada línea que salga de mis manos llevará tu nombre,
cada palabra que escriba será tuya,
cada letra impresa serás tú.
Y todo el mundo sabrá
que en un rincón de este planeta
existen unos ojos grandes,
existen unos ojos tristes,
existen unos ojos brillantes
que buscan siempre en el infinito,
que esperan una felicidad posible,
una felicidad donde no entro.
Pero te haré inmortal,
y en cualquier futuro posible
alguien podrá leer que exististe,
que existieron tus abrazos,
que existió tu caminar,
que tus manos ansiaron otras manos
y tus manos merecieron cualquier mano,
y que no eras feliz aunque sonrieras,
y tu sonrisa fuera la luz
con la que tantos, tantísimos
soñábamos, soñamos, soñarán.
Porque te haré inmortal,
aunque nadie sepa tu nombre,
se sabrá que la ternura es posible,
que es posible la dulzura,
que es posible tener todavía el corazón brillante,
que la belleza del alma es casi tangible,
que puede brotar a cada gesto,
que la melancolía puede devorar incluso
a quien no hizo nunca nada por merecerla.
Aunque no tenga alas,
aunque no sepa ni haya sabido volar,
aunque no pueda darte nunca lo que sea que busques
cuando miras más allá de donde pueda yo mirar
porque no puedo ver más lejos de tu rostro,
porque no puedo oír más allá de tus palabras,
porque puedo entender el por qué de esa tristeza,
de esa nostalgia de lo que no puede suceder,
de ese sueño de otra vida posible,
porque no puedo evitar, ni quiero, que habites ya tan en mí
que no conciba otra cosa,
que seas el pensamiento sobre el que todo gira,
que marques sin pretenderlo el día y la noche
en mi pequeño mundo absurdo,
donde siempre estarás demasiado lejos.
Aunque nunca, nunca lo sepas,
y yo sea otro de esos locos
que quieren tenerte cerca
que a cada parpadeo te anhelan,
otro de esos ilusos
que confunden con otra cosa
la transparencia de tu risa
cuando se cruza en una mirada,
de esos que esperamos un no sé qué que sea
pero queremos ser nosotros.
Te haré inmortal, te lo prometo.
Llevará algo de ti
cada uno de mis versos,
aunque ahora sean tan torpes,
tan acostumbrados están
a la desesperanza y al silencio
que han olvidado la belleza,
pero a ti no pueden olvidarte
y quieren gritarte, quieren dibujarte,
quieren decirte y pronunciarte
como si fuera posible resumirte con palabras.
Como si creyese que tengo
algo más que ofrecer que esta promesa.
Soy polvo, lo sé,
no soy nada.
Un montón de caos, una tormenta,
un buscar y un vagar continuo
de ruina en ruina,
unas cuantas palabras que a veces suenan bien.
Nada.
Y tú... tú también buscas y vagas, lo sé,
también de ruina en ruina,
continuamente,
más allá de todo, tan humana
como cualquiera,
tan humana como todos,
tan ansiosa de volar.
Y yo no puedo hacerlo,
yo no puedo hacértelo.
Por eso te haré inmortal,
te haré inmortal, te lo prometo.





viernes, 19 de abril de 2013

Y así.

Pasarán
estos días extraños,
estos días eternos,
estos días efímeros.

Llegarán
puede que otros tiempos,
puede que otros destinos,
puede que otros momentos.

Y serán
otra vez tan idénticos,
otra vez tan absurdos,
otra vez  tan los mismos.


sábado, 13 de abril de 2013

Noches de bar.

Fuera, siempre fuera,
hay fuego, hay otra música,
hay otro tiempo
terrible y ajeno
que llama,
que vive,
que duele tanto,
que se siente
tan cerca, tan cerca,
tan insoportable,
siempre
en otra esclusa
vibrando a una micra,
lloviendo ayeres o caminos,
meros rasguños callados,
inviernos de frontera.
Hay algo azul hirviente
que arrasa las tormentas
que viene y deroga, estepa mediante,
el plañir sujeto de la calma.



lunes, 8 de abril de 2013

Primer día.

Sin alas,
sin tiempo apenas.
Allá, allá lejos,
sin saber,
sin saberlo.

¿Cómo podría?
¿Qué puerta, qué tecla,
qué sien,
qué esperanza inútil,
qué baranda,
qué destino,
qué mil lágrimas,
qué mil pasos?

¿Cómo arrancar
la sal de los ojos,
el mar de ese todo,
el tiempo del olvido,
el eco que camina,
la invención de la esperanza?

Hoy es otra vez polvo,
piedra frente a piedra,
el trémulo labio otra vez ajeno,
otra vez todo inaudible,
nada por hacer, nada,
nada por decir,
nada que quede todavía,
nada roto de nuevo,
nada que termine,
nada que seguir.

Sin poder, sin haber podido nunca,
se brinda como no el silencio
donde ya no caben las estrellas.