jueves, 19 de diciembre de 2013

Otro

No es el tiempo, es la vida
la que se acumula en los pliegues y nos rompe.
Son las trazas que nos quedan
del espejo en que pintábamos,
la lluvia,
las promesas rotas,
la magia que quedó en las cunetas.

No es el fuego, son las cenizas
y ese viento que no llega
y todos esos rincones
donde se acumula el futuro
y casi, casi alcanzamos.

No es lo que somos,
es lo que nos resta
tras este torbellino de invierno,
tras este montón de ausencias,
tras esta muerte cotidiana,
tras estas llagas aquí dentro.


domingo, 8 de diciembre de 2013

Juegos

Y heme aquí,
acuchillando estrellas,
vagando en llamas,
rompiendo parques,
reventando lágrimas.

Aquí estoy,
construyendo aire,
vibrando en lava,
fumigando truenos,
borrando palabras.

Aquí,
esperando,
añorando,
despoblado,
desalmado,
ausente en esta hora terrible,
en este momento distante,
en este acabóse sin principio.

Sin jaulas,
sin pausas,
sin caminos ni nubes,
sin promesas,
sin una lluvia al final que
tan sólo sea,
que se lleve el tiempo
acumulado entre los pliegues,
bajo el suelo,
sobre el cielo,
rondando,
robando
las manos hendidas,
los pasos y su estela,
el futuro y su nostalgia.







sábado, 9 de noviembre de 2013

Cuarteles de invierno.

Y sin embargo,
como ya se dijo,
la vida sigue,
y todo sigue,
y sigue el dolor infinito
y viene esa certeza
de que caduca este paréntesis,
esta dulce tregua
que fue buscar tus manos en tus ojos,
reescribir gestos,
vivirse un poco,
ser ese otro posible,
tan del todo imposible,
que podía
ser contigo.

Ahora
que se cuentan los minutos finales
seguirán los silencios tan de siempre,
la espera amontonada
de encontrarte en los caminos,
siéndome sin saber serme,
ese conjunto de esperanzas
que persisten todavía,
atrapadas,
rotas,
aquí abajo.

Ahora no habrá pasado
más que tiempo,
más que tú,
acumulándote en los rincones y en los reojos,
agazapada, dulce como siempre,
tan en la distancia,
en las veredas de la memoria,
en las canciones y los paseos,
en la lluvia desde otra parte,
tan desde el principio,
la voz suave,
las manos en los bolsillos,
y un puñado de gente.

Ahora,
que toca reescribirte y reinventarme,
hacer de la nada una historia,
hacer de la historia una promesa,
mirar
ese cementerio de naves todavía ardiendo,
acumular errores,
continuar prisionero
de ser simplemente humano,
como una excusa o una condena,
como si no fuese la cosecha
de toda esta arena al viento,
de cada uno de los pasos,
de, como ya se dijo,
"ser y no saber nada,
y ser sin rumbo cierto."



domingo, 22 de septiembre de 2013

El invierno del vigilante

Al final sí que fuimos islas.
Sin señales de humo,
sin botellas al mar,
nada más un oleaje
hecho de silencios
y siluetas desdibujadas
que creyeron tocarse.

Ahora deambulamos cabizbajos
por yermos de magia muerta,
presos del olvido y de nuestras palabras,
ecos del polvo de un momento,
reflejos deformes,
la oscuridad al inicio del túnel
y la deseperanza cotidiana,
de nuevo.

Creímos ser partes
y solo éramos pedazos
que flotaban
creyendo buscarse,
semillas que quisieron ser flor
con una única lluvia,
rotos
desde el principio,
ebrios de fe,
dibujos en la arena,
instantes nada más.

Fuimos.
Y ahora...
Ahora duele no saberse,
sentados en medio de un montón de juguetes rotos,
con un bote de pegamento
y todas las piezas de sobra,
mirando hacia otra parte,
buscando otros nombres,
ya
sin lugar donde ir,
sin lugar donde esconderse,
agonizando,
buscando estrellas entre las sombras,
acumulando copias,
rasgando mundos,
esperando esa palabra
que ya no pronunciamos,
esa mano que ya no tendemos,
ese paso que no daremos.
Esperando nada más vivir un poco
lejos de las ruinas,
lejos del ruido,
volver a disolverse,
a desintegrarse,
a despertenecerse,
a dejar aquel querer ser archipiélago,
a arrancarse,
a ser olvido,
nada más que olvido,
a no estar,
a no haber estado,
a reescribirse,
para seguir
siendo un momento
ya sin sentido,
ya sin abrazos,
ya sin más nudos,
ya nada más una nube,
azul, roja, infinita,
una nube sola,
lejos,
añorando,
pensando,
pensándose,
buscando
entre las tormentas
esa voz,
esa voz extraña,
esa voz inmensa
que sonó,
que llevaba en su seno
tanto,
tanto
de lo que ahora ya no queda,
tanto que el horizonte
ya queda tan lejos
que nunca,
ya nunca
volveremos a alcanzarlo.

Y ahora,
despenachados,
deshilachados,
desarraigados,
inconclusos,
desperdigados,
se nos están muriendo a borbotones
los sueños entre las manos.




sábado, 21 de septiembre de 2013

Cuestas

Mil rayos no hacen que amanezca,
son nada más un rasguño en el tiempo
y al final de todo la noche sigue,
y la tormenta sigue,
y seguimos sin vernos
y buscándonos,
y perdiéndonos
entre la lluvia,
entre el cieno,
los ojos
repletos de olvido,
cegados,
cegándose,
anegándose,
destruyéndose,
inventándose rincones
para arraigarse
para no combarse,
para no romperse,
para no volar
demasiado pronto
ni demasiado lejos.

Somos
el resto,
lo que queda
cuando se acaba la distancia,
cuando se acaba la nostalgia,
cuando la verdad desaparece
jugando a los espejos
y vemos un gigante
donde debíamos estar,
donde debíamos no encontrarnos,
donde nos inventamos,
que nos invitamos,
que nos incitamos,
que nos vaciamos,
que nos envilecemos,
que nos enmudecemos,
que nos reafirmamos
y al final,
o casi
creemos que fuimos,
o seremos
instantes,
relámpagos
restallando
retumbando,
rielando en mil lechos,
en mil ríos,
en todas las olas,
entre todas las ramas,
sobre todos los truenos.

Pero,
si hubiese espacio
para otro pero,
un rincón
que se abriera paso
atravesando, atravesándose,
atreviéndose al fin y al cabo,
¿qué sería entonces
si no otra mentira acumulada
en el vertedero diario,
en el pantano de la desesperanza,
en la soledad que mira y que nos mira,
que acecha y nos devora
a cada esquina que no giramos,
a cada vuelta,
a cada anzuelo,
a cada instante?






lunes, 19 de agosto de 2013

Porque en noches como ésta.

Días en qué se fraguaba tinta
que hoy es lluvia ya hacia lento ocaso.

Agostos que extienden alas inacabables,
ahora que apenas amanece en invierno.

Brechas, mechas, tiempo, aire.
Promesas pincelándose.

Ver llover desde otros rostros, la misma ventana,
redes que acaban volviéndose poemas.

Bifurcaciones posibles, de haber habido,
se rompe el mundo cada tarde.

Ahora nada del todo rotunda,
espejos unitarios, especímenes.

martes, 13 de agosto de 2013

Castillos.

Todavía funciona
la vieja buena magia,
el gesto sencillo,
la palabra precisa que surge sola,
el saber, sin saber, haciendo.

Todavía quedan
las viejas señales,
los caminos de siempre,
el cerrar los ojos,
lanzarse
confiando
en no llegar al suelo.

Tanto bueno todavía.

Pero también quedan
las otras heridas,
los otros silencios,
las tristezas perennes
y las que se repiten.

Quedan los vacíos
y mil historias que no fueron
y cien mil que pudieron ser,
y un millón de otras vidas,
y las pocas que quedaron
y al final
nada más ésto:
Volver a los viejos refugios,
como si el tiempo no existiese,
como si todo fuese
una serie de pausas,
una colección de fotos,
una especie de ensueño.

Y sin embargo,
lo demás existe,
ha existido
y pesa
y falta
y duele.

Vaya que si pesa,
vaya que si falta,
vaya que si duele.

sábado, 10 de agosto de 2013

Océanos.

La palabra es la forma y el sentido,
el puñal y la caricia, la tempestad innata
perdida en el fondo del abismo.

La palabra es la herida como siempre,
y también el beso que se anhela,
imposible tantas veces.

La palabra es el abrazo más improbable,
es entrega aunque sea poca,
es un dibujo entre mil instantes.

La palabra es el ladrillo y el lamento,
la puerta que duda al aire,
es la boca y es el gesto.

La palabra que al fin falta,
esa que recoja eso de ahí dentro,
esa, esa será la palabra.

lunes, 5 de agosto de 2013

Mientras fuera llueve.

Somos extremos
de una misma tormenta.

Naúfragos
que se marchan.

No quisimos ser isla
y ahora somos pedazos
que ni se buscan.

Nos cruzaremos en otras lluvias.
Plano sobre plano,
otra sonrisa robada,
no esa
definitiva,
ausente,
sólo sonrisa trámite,
punto final.

Pánico de esos días pasados,
rigurosamente repetibles,
definibles, indecididos.

¿En dónde ahora, en qué tinieblas,
a que último faro aferrarse?

Voz, voz ausente.
La tuya.
La mía.
Voces, voces ausentes.

Mirando cada trozo desde el mismo rayo,
reflejos de todos los imposibles:
Un gesto, una palabra.

Antaño ya,
demasiado.

El tiempo se solidifica alrededor.
¿Cuándo llovió, yo aquí,
tú aquí,
por última vez?
¿Cuándo amainamos?
¿Qué sol nos secó de esta manera?

Ahora el cielo.

Todo pasa.
Todo acaba.

No, no todo,
no siempre.

No aquí.






viernes, 2 de agosto de 2013

¿Que qué?

¿Y qué he de rasgarme ahora,
si es mi propia sombra la que hiere
la última fortaleza en que me hallaba?

¿Dónde conduce esta agonía inconclusa,
esta arrogancia que comienza a perecer
hija del miedo y la más terrible cobardía?

¿Por qué es tan inevitable no romperse, no olvidarse,
no descrearse, no deshacerse, no perderse?
¿Por qué es tan necesario que amanezca?

Dejadme, aquí, al cariño de la noche
donde pueda inventarme que no soy,
donde la nada me acurruque,
donde no estén mi boca silente y huidiza,
mis ojos tan ausentes, mi yo
encogido en cualquier futuro imposible
añorando lo que no podrá ocurrir.

Dejadme aquí con este ansia,
con este fuego inquebrantable,
con este lecho indivisible,
con estos muros sin vanos,
con estas tierras sin llaves.

Dejadme aquí pues lo he elegido,
no sé qué quise, no sé en que esquina,
en qué camino, en qué piedra soñé
que la batalla no estaba decidida,
que los ecos eran otros y que todavía
brillaría el azul, el rojo, el amarillo,
que de aquellos lodos apenas quedaba
el recuerdo de una sangre primeriza y agostada.

Hoy no es lo que pasa, es viento añejo,
las voces continuas desde mis rincones,
las lanzas golpeando las certezas.
Los tambores,
los tambores,
los tambores
que repiquetean,
que redoblan,
que resuenan,
que retumban,
que revientan.

Dejadme solo con los tambores,
ahí, donde más me duele,
encerrado aquí dentro,
agonizante como un atardecer robado,
como un hambre minúscula.

Dejadme hoy que me rompa y que me rasgue,
que el cierzo me lleve, que me arrastre el mar,
no me dejéis huir, no me presentéis la estepa,
no pongáis la brida a los caballos
de esas eternidades indefensas.

Hoy reina la luna,
¡que reine!
No soy rama ni escombro, solo aire.
Allá voy, al abrazo del hastío,
al abrigo sin rasguños
de esa vieja conocida
que es la eternidad menos un instante,
ese instante
en que te miré
y nada más supe que callarme.


lunes, 29 de julio de 2013

Cuando la guerra empiece

Un día miraré mis manos y miraré al cielo.

Y en lo más alto estarás tú, todavía,
ya más inalcanzable que nunca,
ya demasiado lejos.

Y bajaré la vista,
y miraré mis manos,
y maldeciré
que una hebra de una trenza de tus alas,
se tejió tal vez en mis días de insomnio,
en mis noches en vela,
en qué no quise dormir por no soñarte,
en que temí despertar
por seguir soñándote.

Pero no son mis manos las culpables,
ni mi profunda torpeza
para arrancarte de mí
y seguir viviendo,
para seguir adelante
pese a ti
y al tiempo insoportable.

Esa hebra de esa trenza
no es nada,
aunque ahora yo me crea
que estoy aquí,
a este lado,
importante,
impotente
de tanto tejer y tan poco decir,
de saber que querer no basta,
de saber que no se elige,
de creer que callando tal vez pudiera.

Un día demasiado próximo
se te abrirá paso la vida,
florecerás,
alzarás el vuelo,
y yo me quedaré mirando,
maldiciendo,
ese hálito de polvo y esperanza
que fue estar aquí
recogiendo los pedazos
de tus viejas alas rotas.









jueves, 25 de julio de 2013

Cuando falla la realidad.

Uno se sienta aquí,
en medio.

Sin entender del todo.

Sin saber si quiere ser
un poquito menos inteligente,
un poquito menos tonto.

Sin querer ser, tal vez,
simplemente, ese pedazo
que queda todavía entre
lo que ya fue y lo que está siendo.

Esa derrota diaria,
ese juego de escondites
entre las palabras.

Uno se mira
las manos,
los dientes,
los ojos.

Y se pregunta,
siempre uno se pregunta,
en qué momento
en qué preciso momento,
en qué maldito momento,
pasó todo a ser nada,
pasó nada a ser nada,
en qué momento
pasó.

Y uno sigue sin respuestas,
y sigue mirando y mirándose,
respirando,
haciendo como que respira,
sujeto
a una idea,
a una esperanza,
a una mentira.

A que un día a lo mejor,
pase.
Así,
nada más.

Pase.

Uno espera
y sigue jugueteando
con las flores,
con el hielo,
con las certezas.

Las rompe,
les da la vuelta.

Uno sabe que juega,
y sin embargo no sabe
en qué luz,
en qué planeta,
en que estrella dar un vuelco,
olvidarse,
replegarse,
decir
que hasta ahí quedó todo,
que no puede,
ni sabe,
dar un paso más.

Que ya basta,
que ya hay demasiados escombros,
que al final de todo
está el final
y sólo eso.

Pero
siempre hay un pero,
y si por si acaso
ese adiós tan necesario,
tan temido,
tan absurdo,
tan inconcebiblemente estúpido,
llegase,
uno se aprieta los nudos
hasta que apenas si respira el alma,
o lo que sea que sea eso,
que se contiene cada segundo,
y sigue sentado,
ahí,
en medio,
esperando que pase
sea lo que sea
que pase.





sábado, 6 de julio de 2013

Abajo

Dame, entonces, un abrazo eterno.
No tienes que ser dulce, ni apretar
la carita sobre mi pecho
y hacerme sentir que todavía late algo aquí dentro.

Nada más pido
que dure para siempre.

No que nunca lo olvide,
que me pueda refugiar en su recuerdo
las tardes en que regreso
y no hay nadie al otro lado
y yo necesito al menos un abrazo, uno al menos.

No saber que estás ahí,
que siempre estarás ahí
y si te llamo
vendrás corriendo porque sabes
que necesito un abrazo.

No sentirlo como una metafóra
de esos momentos mágicos
que nos salpican de tanto en tanto
y yo pueda pensar
que es como si me abrazases.

No.
Yo solo quiero
un abrazo eterno.
Que el tiempo se acabe
y se sorprenda
de vernos así,
apretados,
tu carita sobre mi pecho,
yo intentando coger tu magia
como si pudiese
cogerse con las manos,
como si te pudiese
abarcar con un abrazo.

No un abrazo para siempre,
porque siempre nunca dura tanto
como para olvidar que tal vez fuera
el mundo continúe, o a lo mejor se haya acabado
y nosotros estemos todavía, con los ojos cerrados,
pecho contra pecho, viviendo ese momento,
esa eternidad,
abrazados.










sábado, 29 de junio de 2013

804.672

Donde quiera que esté,
en cada suspiro, en cada lluvia,
en cada ramo, en cada huida.

En cada tiempo, en cada silencio,
en cada lágrima.

En cada roto, en cada paso, en cada fuente.

En cada ausencia, en cada lloro, en cada pueblo,
en cada camino, en cada estrella, en cada rabia.

En cada cielo, en cada mundo, en cada historia.

Lo sabes.
Donde quiera que esté,
estarás ahí, conmigo, dentro, muy dentro,
tan dentro
que cuando no estás
tampoco estoy.




viernes, 17 de mayo de 2013

De otros ahoras


Este momento de silencio
la vida sigue lacerando,
el futuro se prodiga idéntico,
el ayer nunca llegó del todo
y el presente es esta nada.

Asumo
cada error,
cada consecuencia.
Polvo al polvo
tiempo al tiempo
como siempre
y a esperar a mañana
si es que existe.

Pero
en este momento de silencio,
en este preciso momento de silencio
donde no caben las palabras,
donde apenas quepo
sólo quiero
 cerrar los ojos, nada más
y que no duela,
sólo arrancar
la dulce y cálida espina,
el triste pétalo,
la raíz.

Arrancar todo,
arrancarme todo,
en este momento de silencio,
en este
preciso instante de silencio,
cuando todo calla,
cuando todo cae,
cuando solo quiero
ser olvido,
ser polvo,
disiparme,
dispersarme,
fundirme
y al fin borrarme,
descansar,
no saber
que todo fue en vano,
que todavía persiste el ruido,
que este ahora,
que nada escucho,
que aprieto los ojos,
que contengo lágrimas y aliento,
que ya apenas puedo
contener mis manos,
no existe.
Simple y llanamente
no existe.

Nunca, nunca, ha parado el ruido,
nunca ha habido otra cosa que tormenta,
no se han concedido treguas todavía.
y yo...
Yo no sé vivir en un mundo sin magia.
Apenas si puedo
sobrevivirme aquí dentro,
ahí fuera,
todo tan perfecto,
todo tan redondo,
todo tan idóneo
todo tan
este momento de silencio,
este preciso instante de silencio
en que el estruendo me devora,
en que los truenos me devoran,
en que la marejada me devora,
en que la vida me devora
y yo solo quiero
nada
la más completas de las nadas
la nada suprema
inimaginable
donde al fin sentarme,
descansar,
sin mirar atrás,
sin mirar delante,
sin mirar al suelo,
sin mirar al cielo,
sin cerrar los ojos,
sin apretar los puños,
sin contener la rabia,
sin contener la risa,
sin contener las lágrimas,
solo
sin saber que estoy solo,
sin saber qué solo estoy.


jueves, 16 de mayo de 2013

Y un millón de mariposas


Tanta espera, tantos kilómetros soñados
y ahora heme aquí plantado frente a la duda.

Tanta palabra que se guarda, tanto silencio aprisionado
y ahora heme aquí tan callado como siempre.

Tanto azul tan junto tan de repente
y apenas soy capaz de estirar las manos.

Tantas, tantas promesas que podría hacer así de pronto
y aun así haber creído que esta vez podría.

Tanto demasiado tiempo a las espaldas, tanto todo acumulado
y aquí estoy adelantando razones que desconozco.

Tan cerca, tan cerca e imaginarse lejos, mucho más lejos
y así creer que ya no queda otro remedio que el olvido.

Tan otra vez todo de nuevo, y todo a su vez tan nuevo
y ahora estoy sin saber ni como, pero sabiendo.

Tanto todo, al final, y tanta nada tan probable ya como principio
y ahora tanto, tanto podría, si pudiera, ser algo.



viernes, 10 de mayo de 2013

After dark

Te regalo mañana
como una promesa,
un paso más
en este horizonte infinito.

Te regalo mañana
como una pausa,
un rescoldo
donde vivir adelante.

Te regalo mañana
como una alegría,
una pequeña tormenta
de reflejos y sonrisas.

Te regalo mañana
como un tributo,
un agradecer temprano
de mitos y posibles.

Te regalo mañana
como una certeza,
un siempre siempre a medias,
un todo hecho a trozos.

Te regalo mañana
como un futuro,
un lugar lejos de todo
un espacio sólo ausencias.

Te regalo mañana
como un silencio,
una sonrisa entrecerrada
donde soñar un segundo.

Te regalo mañana
y sin embargo,
es solo un pedacito
de este vacío inescrutable.

Te regalo mañana
como si fuera mío,
apenas queda algun hoy marchito,
pero mañana, mañana será para ti.

Te regalo mañana
como si pudiera tocarte,
como si no estuvieras, aquí, tan a mi lado,
más lejos que nadie.

Te regalo mañana
como podría regalarte
una o dos palabras,
pero solo tendrías silencios.

Te regalo mañana
por si acaso no hubiese más,
el amaneecer no volviera,
o fueras tú la que no volvieses.

Te regalo mañana,
un día como otro cualquiera,
que empezará y acabará entre tus manos,
que nunca sabrás que fue tuyo.


.





domingo, 28 de abril de 2013

La guerra


Supongo que ahí fuera todo se ve distinto,
que la vida sigue y todo eso,
que sigue amaneciendo,
que las carreteras están llenas de coches,
que los niños siguen jugando,
que la comida todavía humea,
que alguien se está besando en una esquina,
que alguien está tomando una mano,
que alguien está tratando de arranacarte una sonrisa.

Y yo estoy parado frente al espejo.

Supongo que ahí fuera también duele.
Que hay miles de tristezas paseando
entre tanto absurdo.
Que nadie dijo que iba a ser fácil,
que cada minuto de silencio es otra puñalada,
que cuesta acostumbrarse
de nuevo a la vieja vida
esa
en que no estabas.

Pero yo estoy parado, firme frente al espejo.

Supongo que no soy el único
que no puede ni siquiera pretender...
sería ilógico,
sería estúpido
no querer amanecer con tal inmensidad al lado,
no saber ya apenas respirar
para luego
para luego acabar
conteniendo el aire,
guardándolo,
para no sé cuándo,
para no sé para qué,
pero aquí está,
contenido,
esperando,
esperándome.

Pero yo estoy hoy ante el espejo.

Estoy hinchado de preguntas,
podrido de respuestas.
Adivinándome, adivinándote en cada una.

Hoy estoy frente al espejo.
Tú te vas alejando a cada minuto
y lo sé.

Has sido ese cristal en que me he mirado,
ese cristal tan claro.

Y ahora estoy aquí,
solo frente al espejo,
sólo frente al espejo.
Preguntando,
preguntándome,
preguntándote.

Preguntándote nada,
ya sabes que no puedo.

Preguntando,
preguntándole
a ese amargo conocido
qué demonios quiere,
qué diablos pretendo.



sábado, 27 de abril de 2013

Puertas

Cuando todo pase,
cuando la tormenta acabe
y el tiempo vuelva
a ser sencillo.
Yo... ¿habré pasado?

Cuando todo brille,
cuando todo siga,
cuando todo sea
otra vez ser tranquilo.
Yo... ¿qué habré sido?

Cuando la vida retome
su pasar invisible,
cuando todo solo quede
en un recuerdo sordo y amargo.
¿Quedará algo de mi entonces?

¿Qué seré entonces,
en qué pedazo tendré sitio,
desde donde inventarme
que hice lo posible,
que fui alguien por un momento?

¿Qué quedará cuando regrese el silencio?
¿Qué quedará cuando se acabe el camino?
¿Llegará demasiado presto el olvido?

¿O acaso seré yo
quién tenga que arrancarse,
quién vuelva a los viejos refugios,
quién pretenda un no mentiroso,
una ausencia inexistente?

¿Qué rabia entonces,
qué de espejos rotos,
cuántas cosas
podrían romperse,
así, de pronto?

Y esta nada, terrible nada de cada día,
y este no saber,
este mirar donde no toca,
este creer
todavía que todavía,
esta desesperanza cotidiana,
este esperar a un lado.

¿Qué quedará después de todo,
si apenas se puede saber que queda del ahora?

domingo, 21 de abril de 2013

Inmortal


No tengo alas, nunca las tuve,
nunca podré volar, aunque sea
lo que más quiera en este mundo,
lo segundo que más quiera en este mundo.
Nunca podré volar,
nunca podré
hacerte volar.
Pero, a cambio,
te haré inmortal.
Cada línea que salga de mis manos llevará tu nombre,
cada palabra que escriba será tuya,
cada letra impresa serás tú.
Y todo el mundo sabrá
que en un rincón de este planeta
existen unos ojos grandes,
existen unos ojos tristes,
existen unos ojos brillantes
que buscan siempre en el infinito,
que esperan una felicidad posible,
una felicidad donde no entro.
Pero te haré inmortal,
y en cualquier futuro posible
alguien podrá leer que exististe,
que existieron tus abrazos,
que existió tu caminar,
que tus manos ansiaron otras manos
y tus manos merecieron cualquier mano,
y que no eras feliz aunque sonrieras,
y tu sonrisa fuera la luz
con la que tantos, tantísimos
soñábamos, soñamos, soñarán.
Porque te haré inmortal,
aunque nadie sepa tu nombre,
se sabrá que la ternura es posible,
que es posible la dulzura,
que es posible tener todavía el corazón brillante,
que la belleza del alma es casi tangible,
que puede brotar a cada gesto,
que la melancolía puede devorar incluso
a quien no hizo nunca nada por merecerla.
Aunque no tenga alas,
aunque no sepa ni haya sabido volar,
aunque no pueda darte nunca lo que sea que busques
cuando miras más allá de donde pueda yo mirar
porque no puedo ver más lejos de tu rostro,
porque no puedo oír más allá de tus palabras,
porque puedo entender el por qué de esa tristeza,
de esa nostalgia de lo que no puede suceder,
de ese sueño de otra vida posible,
porque no puedo evitar, ni quiero, que habites ya tan en mí
que no conciba otra cosa,
que seas el pensamiento sobre el que todo gira,
que marques sin pretenderlo el día y la noche
en mi pequeño mundo absurdo,
donde siempre estarás demasiado lejos.
Aunque nunca, nunca lo sepas,
y yo sea otro de esos locos
que quieren tenerte cerca
que a cada parpadeo te anhelan,
otro de esos ilusos
que confunden con otra cosa
la transparencia de tu risa
cuando se cruza en una mirada,
de esos que esperamos un no sé qué que sea
pero queremos ser nosotros.
Te haré inmortal, te lo prometo.
Llevará algo de ti
cada uno de mis versos,
aunque ahora sean tan torpes,
tan acostumbrados están
a la desesperanza y al silencio
que han olvidado la belleza,
pero a ti no pueden olvidarte
y quieren gritarte, quieren dibujarte,
quieren decirte y pronunciarte
como si fuera posible resumirte con palabras.
Como si creyese que tengo
algo más que ofrecer que esta promesa.
Soy polvo, lo sé,
no soy nada.
Un montón de caos, una tormenta,
un buscar y un vagar continuo
de ruina en ruina,
unas cuantas palabras que a veces suenan bien.
Nada.
Y tú... tú también buscas y vagas, lo sé,
también de ruina en ruina,
continuamente,
más allá de todo, tan humana
como cualquiera,
tan humana como todos,
tan ansiosa de volar.
Y yo no puedo hacerlo,
yo no puedo hacértelo.
Por eso te haré inmortal,
te haré inmortal, te lo prometo.





viernes, 19 de abril de 2013

Y así.

Pasarán
estos días extraños,
estos días eternos,
estos días efímeros.

Llegarán
puede que otros tiempos,
puede que otros destinos,
puede que otros momentos.

Y serán
otra vez tan idénticos,
otra vez tan absurdos,
otra vez  tan los mismos.


sábado, 13 de abril de 2013

Noches de bar.

Fuera, siempre fuera,
hay fuego, hay otra música,
hay otro tiempo
terrible y ajeno
que llama,
que vive,
que duele tanto,
que se siente
tan cerca, tan cerca,
tan insoportable,
siempre
en otra esclusa
vibrando a una micra,
lloviendo ayeres o caminos,
meros rasguños callados,
inviernos de frontera.
Hay algo azul hirviente
que arrasa las tormentas
que viene y deroga, estepa mediante,
el plañir sujeto de la calma.



lunes, 8 de abril de 2013

Primer día.

Sin alas,
sin tiempo apenas.
Allá, allá lejos,
sin saber,
sin saberlo.

¿Cómo podría?
¿Qué puerta, qué tecla,
qué sien,
qué esperanza inútil,
qué baranda,
qué destino,
qué mil lágrimas,
qué mil pasos?

¿Cómo arrancar
la sal de los ojos,
el mar de ese todo,
el tiempo del olvido,
el eco que camina,
la invención de la esperanza?

Hoy es otra vez polvo,
piedra frente a piedra,
el trémulo labio otra vez ajeno,
otra vez todo inaudible,
nada por hacer, nada,
nada por decir,
nada que quede todavía,
nada roto de nuevo,
nada que termine,
nada que seguir.

Sin poder, sin haber podido nunca,
se brinda como no el silencio
donde ya no caben las estrellas.











domingo, 31 de marzo de 2013

De latir.

Otra vez era ésto.
Hoy es nada.

Poblar, poblar silencios.
Poner
nombre a los espejos.

Así que era ésto.
No lo recordaba así.

Ayer... Antes de ayer...
Fueron otra cosa,
eran
el reloj en estampida,
las mil máscaras,
ese cercano vacío.

No hubo más,
pero
cada batir de manos
era una promesa.


martes, 12 de marzo de 2013

Undécima

Aun que no sea dinamita
lo que ya en ella se posea
esa mano que aún pelea.
sigue siendo tan bonita
como antaño ya lo fuera.

Y si son voz y carteles
armas en este momento
entre todos los papeles
cabe admirar las mieles
que sostienen su argumento.




domingo, 24 de febrero de 2013

Parpadeo

A veces se elige vivir la noche de al lado, donde no se nos espera,
y el tiempo se empecina en desdoblarse, en ser dos a cada momento:
este ahora tan cotidiano, tan previsible,
tan improvisado,
y ese otro momento que se pudo haber vivido,
que ya dejó de ser posible pero que acude a inventarse en paralelo,
idílico, irreal, misterioso,
vivido por esa otra persona que somos,
que toma siempre las decisiones acertadas
justo un instante más tarde.

A veces elegimos lo certero frente al infinito,
sin saber muy bien qué estamos haciendo,
dónde han quedado todos esos planes
para justo ahora,
por qué después de tanta espera elegimos esta noche y no la otra,
por qué renunciamos a las probabilidades
para aferrarnos con pétrea fiereza a un pedacito mínimo de realidad,
de esa que nos ha aborbido,
en la que no podemos ser del todo
porque tenemos puesta el alma esa otra noche
donde no estamos.


sábado, 16 de febrero de 2013

Al amanecer del quinto día.

Cómo si fuese fácil no hacerlo.
Cómo si fuese posible.

Y cómo no hacerlo, sin embargo.
Cómo pensar ahí fuera,
si aquí dentro,
tan pocas veces ahí enfrente,
está todo, o al menos, tanto.

Cómo parpadear y perderse un segundo,
cómo no cerrar los ojos y dejar que el azul se multiplique,
cómo no querer estirar este segundo
un segundo más.

Cómo no pretender abarcar ese sin límite,
ese susurro,
ese torrente.
Cómo no anhelar
esa presencia breve e infinita,
toda esa inefabilidad, ese hálito,
ese aliento imperceptible,

Cómo callar ese silencio,
o cubrirlo de un manto de palabras
que siempre fallan,
que siempre sobran,
que no describen,
que sólo inventan,
que sólo intentan
explicar y explicarse
este eso tan aquel.

Cómo vivir sabiendo
que allí tan cerca,
que aquí tan lejos,
existe esta luz tan pasajera,
ese otro universo,
esa calma, esa fuerza,
ese camino.

Cómo, en fin, excusarse
por soñar un recoveco, una puerta, otra distancia,
por ni poder ni querer un momento
alejarse de los hombros encogidos,
las manos en los bolsillos,
los ojos fijos en no se sabe dónde,
en un mundo demasiado ínfimo,
en una vida demasiado grande,
en un si pudiera tan hermoso.







miércoles, 6 de febrero de 2013

Things i will never tell you

Y en este cruce incesado de miradas pretendidas
uno quiere para sí todos los amaneceres
como si de polvo y no de agua se tratase.

Sigue la realidad devorándose a sí misma,
y aquí fuera, casi de espanto, ya agonizan nuevas historias posibles,
el eco silencioso que solo entiende de vaivenes.

Quedan dados por jugar, o tal vez nada más lluvia
(soñar un día con nieve, nieve azul, nieve en días perfectos),
pero no es la hora, no es la hora que se quisiera, siempre, siempre es otra.

Siempre demasiado tarde. Siempre demasiado siempre.
Siempre la misma respuesta a ninguna pregunta,
y el horror cotidiano abriéndose paso a llamaradas.

Seguimos caminando hacia el olvido a ritmo de promesas incumplibles,
con el firme augurio de que al final solo sea el tiempo quien nos devore,
artífices de las señales que se limitan, embarradas, a anunciar el ocaso.

A lo mejor se podría agarrar al destino con las manos, mirarlo cara a cara,
una única moneda rodando en el aire, ahora o nunca, todas esas cosas,
sentir, saber acaso, que no es nada más eso, que no puede ser nada más eso.

Y arrancarse de un tajo las vidas posibles, todas esas que se dibujan en el aire por las noches,
ese saber que no se sabe nada sabiendo que ya se sabe todo y sin embargo no saberlo.
Dejar caer por fin las máscaras, derrotar a todos esos monstruos y asumir otra vez las derrotas.

Vivir como si fuera posible volver a hacerlo,
borrar la infinita certeza de que hubiera sido posible, que habría bastado romperse,
que habría bastado con ser nada o ese silencio que ya no se anhela.

Pero es demasiado tarde para prácticamente todo, queda poco más
que dejar que todo se disuelva como siempre, ir acostumbrándose a que lo demás es sólo ésto:
callar, morir un poco más cada día, esperar que la magia regrese como si fuera cierta.

Y que el espejo vomite otra vez esa turbia mirada del pasado imposible que encadenaba las nostalgias
de aquello que ni siquiera pudimos ser, un instante, un momento, algo.
La perfecta imposibilidad de que el todo se equivocara y por un momento, por un sencillo momento...